DIRIGIR, NO ES EJERCER UN PODER

Con motivo del 15 Festival de Teatro de La Habana, Argos Teatro repone la obra Fíchenla si pueden, bajo la dirección de Carlos Celdrán. Se trata de una versión del texto francés La puta respetuosa, de Jean Paul Sartre. A continuación presentamos un breve diálogo con el director luego del estreno de la obra durante este Festival.

La mirada de Argos Teatro se ha enfocado de un tiempo para acá en problemáticas de la realidad cubana actual, en personas cercanas, en motivos extremos con la recurrencia de un modo de expresión muy personal. Se trata de una manera de dirigir las preocupaciones, no solo de un grupo de creadores sino de una sociedad. A partir de esta primicia, de qué modo llega una obra como Fíchenla si pueden a la escena contemporánea cubana y a esta nueva edición del Festival de Teatro de La Habana.

Como dices la intención es hacer un teatro que no esté absorto en el teatro ni en sus continuas discusiones estéticas. Si algo tengo claro, después de tantos años de trabajo, es que no podemos perder tiempo, hay que asestar golpes, espectáculo tras espectáculo, en la médula de las cosas, de los problemas. Fíchenla.. será lo que cada uno quiera, pero es un espectáculo que no pierde tiempo. Estoy impaciente porque se me escapa la realidad, quizás también la vida, por ello cada vez afino más mi dirección para decir lo que más me duele de lo que veo y padezco. No creo ya en escuelas, ni en modas, ni en generaciones, estoy solo e impaciente, y Fíchenla si pueden es eso, mi impaciencia, mi molestia, mi soledad, mi discrepancia.


Un texto como La puta respetuosa lleva consigo la mirada o el enfoque a temas universales como el racismo y la posición de cada ser humano según su estatus. ¿Se debió también la selección de esta obra a la presencia de estos problemas en nuestra sociedad actualmente, según tu criterio?


Por supuesto, no estamos libres de nada, ni como personas privadas ni como sociedad. Un amigo me decía hace poco que el teatro le sacaba lo peor, fue fascinante oír eso porque en realidad siempre he pensado así: que el teatro se conecta a la oscuridad y a la bajeza humana que hay en cada cual. Si elijo una obra como Fíchenla si pueden no pretendo con eso criticar ni enjuiciar a nadie, sino a mí, a mí mismo, hablo de lo que no puedo resolver, de lo que padezco, de lo que no puedo controlar ni evitar.

¿La forma directa o pragmática en la que diriges el camino de tus obras en escena, es una provocación hacia el espectador mismo, hacia el cubano que pasa por encima de tales circunstancias a veces sin cuestionamientos, o se trata ya más bien de una primicia estética para ustedes?


Yo solo expongo lo que tengo atravesado, expongo lo que soy, lo que somos, y lo hago rápido y directo. Mi vocabulario es simple, cada vez más simple, cada año que me pasa por arriba economizo más, cuestiono más; cada gesto, cada palabra, cada imagen, cada desperdicio. Lo que piense el público o la crítica o los intelectuales, o los viejos o los jóvenes ya no me incumbe. Ahí está lo que hago, lo que he cocinado después de raspar hasta el hueso.

El trabajo que realizas con los actores es evidente que va más allá del aprendizaje del texto y la posición escénica. ¿Para llegar a la presentación de personajes tan verosímiles de qué herramientas sueles valerte? ¿Se trata de una búsqueda previa con la persona, luego con el "intérprete"? ¿Ellos y sus aportes influyen directa y realmente en el proceso creativo?


Los dirijo, simplemente, con mi corazón, con todas mis capacidades, no dejo nada suelto, quemo toda la hojarasca que pueda, trato de llegar con ellos al fondo, al meollo, al dolor, a lo personal, a lo contradictorio. El arte de la dirección está amenazado por la improvisación, se descalifica un arte poderoso solo por ignorancia o incapacidad. Yo amo dirigir, que no es ejercer poder, nada más lejos del ejercicio del poder que dirigir, que es tocar a los otros para que reaccionen y entiendan, tocarlos con tu fuerza, con tu unidad puesta en marcha.

Fábula de la puta triste o todos los negros son
iguales o sí se puede pero...

Por Yadira Herrera Estrada

Argos Teatro, con Carlos Celdrán al frente, a lo largo de más de quince años ha llevado a escena numerosos autores tanto foráneos como nacionales: Brecht, Koltés, Strindberg o Virgilio Piñera, Amado del Pino y Abel González Melo. En este festival se presentan con su más reciente estreno Fíchenla si pueden, una versión libre de La ramera respetuosa de Jean Paul Sartre con la firma de Celdrán y que debe su nombre a uno de los cuentos de Piñera.
La puesta en escena relata como una joven jinetera se ve envuelta en un conflicto político. La muchacha y el joven negro -a quien ella debe acusar de violación para librar del cargo de asesinato al sobrino de un diputado- son el último eslabón de una cadena de hipocresía y falsa moral, agazapada bajo conceptos de civismo y deber para con la patria. Ella intenta defender su código de valores sustentado en la defensa de la verdad pero las razones de una clase dominante logran imponerse. Una historia de racismo, segregación y manipulación desarrollada en el cuarto de alquiler de una prostituta, en una atmósfera de histeria colectiva y Ku Kux Klan disfrazado de "brigada de acción rápida".
El conflicto se plantea en un estilo afianzado en un realismo y un naturalismo dilatados llevados a su máxima expresión, de modo que producen una especie de hiperrealismo que pone en tela de juicio esa realidad. Y en este núcleo de contradicción es donde radica una de las claves de la teatralidad de este colectivo.
Su líder ha dicho que no le gustan los cenáculos y que alcanzada la madurez aspira a un teatro que alcance a la mayor cantidad de espectadores. Siendo uno de los directores con mayor responsabilidad cívica en el teatro cubano contemporáneo no cesa en su investigación lrededor de los temas y preocupaciones más candentes para ponerlos a debate sobre las tablas. En esta ocasión el racismo y la doble moral que lo disfraza han sido el material elegido para ponernos frente a un problema que no se elimina por decreto o por obra y gracia del deseo de un grupo sino que crece en la misma medida que se ignora o se niega. ¿Acaso no nos hemos sorprendido alguna vez en frases y actitudes segregacionistas?
¿No hemos confundido el fervor patriótico con histérica violencia? ¿No hemos soñado con una sociedad que decide la condena y eliminación de los inferiores, de los que sobran? Quizás sea necesario la imagen de un adolescente ensangrentado para comprender que esos, que tanto nos molestan por cómo se visten, por cómo piensan, por como bailan, no son más que eso: muchachos asustados. Jóvenes descubriendo dolorosamente que la igualdad de derechos en ocasiones consta sólo en papeles y que la pesadilla del sur de Mississippi podría desatarse en cualquier momento. Quizás sea necesario ponernos frente a nosotros mismos, frente a nuestra capacidad y disposición de buscar y defender la verdad, aunque eso signifique desempeñar el rol de Antígona que -como bien dijo Lezama- no logra enterrar a su hermano muerto, y su grandeza está en ponerse en marcha para enterrarlo. Para Argos Teatro las felicitaciones, para ustedes la invitación: vayan, disfruten y fíchenla... si pueden.

regresar a Fíchenla

regresar a portada

regresar a Fíchenla

regresar a portada